Comentario
De cómo el Inca resolvió sobre Vilcas y puso cerco en el peñol donde estaban hechos fuertes los enemigos.
Muy grandes cosas cuentan los orejones deste Inca Yupanqui y de Tupac Inca, su hijo, y Guayna Capac, su nieto; porque estos fueron de los que se mostraron más valerosos. Los que fueren leyendo sus acaecimientos, crean que yo quito antes de lo que supe, que no añadir nada, y que, para afirmarlo por cierto, fuera menester lo que es causa que yo no afirme más de lo que escribo por relación destos indios; y para mí creo esto y mas por los rastros y señales que dejaron de sus pisadas estos reyes y por el su mucho poder, que da muestra de no ser nada esto que yo escribo para lo que pasó; la cual memoria durará en el Perú mientras hubiese hombres de los naturales.
E volviendo al propósito, como el Inca tanto desease haber a las manos los questaban en el peñol, andaba con su gente hasta llegar al río de Vilcas. Los de la comarca, como supieron su estada allí, muchos vinieron a le ver haciéndole grandes servicios y firmaron con él amistad y por su mandato comenzaron a hacer aposentos y edificios grandes en lo que agora llamamos Vilcas, quedando maestros del Cuzco para dar la traza y mostrar con la manera que habían de poner las piedras y losas en el edificio. Llegando, pues, al peñol, procuró con toda buena razón de atraer a su amistad a los que en él estaban hechos fuertes, enviándoles sus mensajeros; mas ellos se reían de sus dichos y lanzaban muchos tiros de piedra. El Inca, viendo su propósito, determinó de no partir sin dejar hecho castigo en ellos. Y supo cómo los capitanes que envío a la provincia de Condesuyo habían dado algunas batallas a los de aquellas tierras y los habían vencido y metido en su señorío los más de la provincia; y porque los del Collao no pensasen que habían de estar seguros, conociendo ser valiente Hastu Guaraca, el señor de Andaguaylas, le mandó que con su hermano Tupac Uasco se partiese para el Collao a procurar de meter en su señorío a los naturales. Respondieron que lo harían como lo mandaba y luego partieron para su tierra, para desde ella ir al Cuzco a juntar el ejército que habían de llevar.
Los del peñol todavía estaban en su propósito de se defender y el Inca los había cercado y pasaron entre unos y otras grandes cosas, porque fue largo el cerco; y al fin, faltando los mantenimientos, se hobieron de dar los que estaban en el peñol, obligándose de servir, como los demás, al Cuzco y tributar y dar gentes de guerra. Y con esta servidumbre quedaron en gracia del Inca, de quien dicen no hacerles enojo, antes mandarles proveer de mantenimientos y otras cosas y enviallos a sus tierras; otros dicen que los mató a todos sin que ninguno escapase. Lo primero creo, aunque de lo uno y de lo otro no sé más de decirlo estos indios.
Acabado esto, cuentan que de muchas partes vinieron a ofrecerse al servicio del Inca y que recibía graciosamente a todos los que venían; y que salió de allí para volver al Cuzco y halló en el camino hechos muchos aposentos y que en las más partes se habían abajado de las laderas los naturales y tenían en lo llano pueblos concertados como lo mandaba y había ordenado.
Llegado al Cuzco fue recebido a su usanza con gran pompa y se hicieron grandes fiestas. Los capitanes que por su mandado habían ido a hacer guerra a los del Collao habían andado hasta Chucuito tuvieron algunas batallas en partes de la provincia y, saliendo vencedores, sujetábanlo todo al señorío del Inca; y en Condesuyo fue lo mesmo. E ya era muy poderoso y de todas partes acudían señores y capitanes a le servir con los hombres ricos de los pueblos y tributaban con grande orden y hacían otros servicios personales, pero todo con gran concierto y justicia. Cuando le iban a hablar iban cargados livianamente; mirávanle poco al rostro; cuando él hablaba temblaban los que le oían, de temor o de otra cosa; salía pocas veces en público y en la guerra siempre era el delantero; no consentía que ninguno, sin su mandamiento, tuviese joyas ni asentamiento ni anduviese en andas; en fin, este fue el que abrió camino para el gobierno tan excelente que los Incas tuvieron.